viernes, 29 de abril de 2011

Caleidoscopio


Recordando nuestro viaje a Venecia, despempolvé este sueño de mi cuaderno.

El cielo está húmedo, el aire esponjoso. La niebla se condensa alrededor de mis tobillos. El suave balanceo del barco arrulla mis pensamientos, huele a mar y a gasolina. Despacio, como saboreando el momento, algo rompe la capa de gris niebla sobre el horizonte.
Un toque cálido en la mañana. Una ciudad flotante. Mágica y dulce.
Es azul, es verde, es marrón, es amarilla. Deliciosa amalgama de colores y formas. Suave fusión entre hombre y la naturaleza, sólo posible en un lugar.
Bajo del barco, pero mis pies no tocan ni tierra, ni mar. Extraña paradoja.
El sol comienza a brillar.
Mis pies caminan solos. Una extraña magia se ha apoderado de mi alma, y no la soltará jamás. Ciudad extraída del pasado, ciudad flotante sobre el mar.
Como en un cuento de hadas, o como el mundo maravilloso del espejo, todo aquí es distinto.
Azul en el cielo, azul en el suelo.
El sol refleja, juguetón, en el aguamarina de los canales. Lanza destellos, jugando con mis sentidos, drogándolos.  Se esconde bajo los puentes, como alejándose, para volver a aparecer más tarde, en el verde oscuro de los ojos de Marcelo, en el blanco de su sonrisa.
Una góndola se mece lentamente, esperándome. Tan sólo me dejo llevar. Es demasiado tarde para suceder de otro modo. Me ha enamorado.
Bajo un puente, con el latido de la libertad en mi pecho, sellé con mis labios mi destino.
Venecia...



jueves, 28 de abril de 2011

No lo hagas

No lo hagas. No me saludes abrazándome, pasando tu brazo por mi cintura y pegándome a ti, pecho contra pecho, cadera con cadera, tu respiración en mi cuello. No me beses en la oreja, no me mires los labios, no me roces el hueco de la muñeca, no me hagas rabiar para luego alborotarme el pelo. Puedo intentar no caer, pero tú tampoco me lo pones fácil, con esa sonrisa de aliento. No me digas que me quede a dormir en tu casa, (en tu cama), no me invites a una copa. No me lleves a Madrid por la noche, no dejes que las farolas se reflejen en mis ojos mientras me cuentas historias de gatos. No me pases el dedo por la espalda, deteniéndote un segundo de más en el cierre del sujetador mientras yo contengo el aliento. No lo hagas, porque el recuerdo no se podrá borrar si sigues así. Y si pasa algo, será culpa de los dos.




lunes, 25 de abril de 2011

Sin especial sentido


(Ella) cierra los ojos y siente la música.
Las vibraciones del diafragma dictan los movimientos de su pecho, cimbrea la cintura. El pelo, largo, vuela en todas direcciones. La piel se le pone de gallina al sentir su caricia, escalofrío por su espalda. Gira la cabeza, el cuello suelto. Pierde conciencia de lo que la rodea, sólo está ella, sólo existe ella. Ella y la música. Sus movimientos con suaves, como el agua. Fluidos. Sus movimientos son duros, como las piedras. Convulsos. Duras aristas son sus codos, gelatina sus rodillas, incitantes sus caderas.
Los ojos cerrados, siente la música.

martes, 12 de abril de 2011

Que tengo hambre de tí.

Dame, dame, dame. Hasta que no te quede más y estemos los dos tendidos en la hierba. Descalzos, sin aire. No tengas miedo, no te guardes nada para el final, dame, dame, dame. Nunca me voy a cansar de esta batería golpeando en mi vida. Dame, dame, dame. Pásame esa droga que guardas y sonríeme con los dientes negros de regaliz. Dame, dame, dame, acaríciame con este frío y empújame a la piscina en verano mientras me río de ti porque no aguantas el calor. Dame, dame, dame. No te guardes nada, hazme cosquillas, que yo te besaré en la oreja. Dame, dame, dame. Mírame con esos ojos de loco cuando me siento en el suelo, y tú sólo ríes. Sácame una foto con Polaroid, ven a mi casa en Mayo y préndeme un jazmín en el pelo. Dame, dame, dame. Dámelo todo, que tengo hambre de ti.