jueves, 13 de octubre de 2011

Balada triste de armónica

Los adoquines están mojados, como mis pestañas. Las luces de las farolas se reflejan en el agua del suelo y en los cristales de las ventanas cerradas.
El reloj marca las 6, pero ya es de noche.
Alguien camina por la estrecha calle de casas oscuras de piedra gris, acompañado de un paraguas granate.
Las notas de la armónica, entretejidas con una ocasional gota de lluvia, es lo único que se oye. Son amargas, la notas. Metálicas, como si les costara continuar; oxidadas.
La tristeza adora esta ciudad.
La armónica toca una balada, ese alguien se aleja entre los charcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario