Puedes pintar un poema con palabras, y utilizar un cuerpo como lienzo o  papel. Usar las curvas de tus ojos como alegoría del deseo y encontrar a  Van Gogh en el ondulante silbido de aquel caminante solitario. Puedes  buscar belleza y no encontrarla, y que ella te atrape a ti en el reflejo  del agua. Las palabras se pueden atascar y secarse tu sonrisa de  pintura oscura. Puedes dibujar un sueño con adverbios, puedes crear  sinfonías con un pincel entre las pecas de tu espalda. Puedes convencer  con carboncillo, puedes herir con tinta, puedes curar con notas. Puede  hechizarte la noche y cegarte el día, o utilizar la luz para esculpir  irreverencias.
Puedes pintar un poema con palabras, puedes dibujar un paisaje con adverbios.
viernes, 27 de enero de 2012
lunes, 16 de enero de 2012
"Arena arena, tu clamor es mío"
Amas el mar por verlo impredecible, infinito y poderoso. Yo en cambio  amo el desierto, por verlo impredecible, infinito y poderoso. 
Es un espejismo en un cielo vivo y brillante, un suelo que no es suelo, cambiante.
Es sueño y muerte, (tan cercano el uno del otro), es oscuridad y vida. Debajo de las piedras.
Es misterio en ojos velados, es realidad devastadora y una desolación sin límites. Es infinito y cabe en un grano de arena.
Es violencia y es desgarro; es la tranquilidad de lo dormido.
Es sangre y sed. Es agua escondida. Es un miedo visceral de lo desconocido.
Es el amargor en ese té (como la vida), es la dulzura en el segundo vaso (como el amor), y es suave el último sorbo (como la muerte).
Es un grito en silencio, directo desde el pecho y rasgando la garganta.
Es.
"Arena, arena, tu clamor es mío".
Es un espejismo en un cielo vivo y brillante, un suelo que no es suelo, cambiante.
Es sueño y muerte, (tan cercano el uno del otro), es oscuridad y vida. Debajo de las piedras.
Es misterio en ojos velados, es realidad devastadora y una desolación sin límites. Es infinito y cabe en un grano de arena.
Es violencia y es desgarro; es la tranquilidad de lo dormido.
Es sangre y sed. Es agua escondida. Es un miedo visceral de lo desconocido.
Es el amargor en ese té (como la vida), es la dulzura en el segundo vaso (como el amor), y es suave el último sorbo (como la muerte).
Es un grito en silencio, directo desde el pecho y rasgando la garganta.
Es.
"Arena, arena, tu clamor es mío".
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